El trabajo de los periodistas y el cubrimiento que les hacen a las noticias originadas tras el ascenso del islamismo al poder, están en la mira de los talibanes.

Los más afectados hasta ahora son los periodistas locales de Afganistán, especialmente los que han difundido en sus medios noticias sobre brotes antigubernamentales.

Como es sabido se han desarrollado marchas de cientos de mujeres pidiendo más libertad, oportunidades de estudio, trabajo y prácticas deportivas, en igualdad de condiciones que los hombres.

Las restricciones contra los periodistas han llegado a amenazas de prisión, cierre de medios, y en el mejor de los casos, censura o mutilación de noticias.

Los corresponsales extranjeros asentados en Afganistán, y los que han logrado llegar al país en condición de ‘enviados especiales’ para informar sobre los últimos acontecimientos, reconocieron que no han sentido propiamente amenazas del régimen, pero hay temor por lo que pueda suceder en el futuro.

Por ahora uno de los grupos de mayor resistencia civil pacífica es el de las mujeres afganas, que reclaman también sean tenidas en cuenta en cargos gubernamentales.

En este momento la participación de la mujer es totalmente nula, no existe alguna desempeñando puestos públicos.

Mientras tanto los periodistas locales guardan silencio ante el temor a violación a sus derechos, pues los talibanes ya prohibieron las manifestaciones públicas.